Historia
Quiero hacer una pausa. Antes de seguir contando lo que he ido viviendo quiero contarte una historia que lleva 31 años desarrollándose.
Todo empezó con 2 personas jóvenes que se querían muchísimo. Nacieron a finales del Franquismo en España y tuvieron un hijo a una edad muy temprana. En aquella época, con esa edad y de la familia que venían iba a ser muy complicado tener un alto crecimiento personal. Tomaron muchas decisiones que les llevó a una separación. Ella se quedó con el bebé y él se fue a vivir a otro país. Acabaron bastante mal pero eso no quita que, durante un tiempo, hubo un amor sincero.
Esa madre, me contaba que caminaba todos los días unos 10 km ida y otros 10 km vuelta para ir a trabajar estando embarazada, con dificultades. Esa mujer siempre ha sido muy luchadora y a día de hoy la ves en el gimnasio cumpliendo sus 3 sesiones semanales.
Durante su soledad y dedicación plena a su bebé, conoció a otra persona que aceptó ese hijo como suyo propio, la nueva familia lo acogió con todo su amor y la vida le cambió muchísimo a ambos.
Como ya dije, cada uno hace lo que puede y lo hace dando lo mejor, con las herramientas que tiene, que antes eran pocas. Ese niño creció con el miedo de su madre y sus acciones por consecuencia de que creciera siendo un fantasioso, una persona sin estudios y recorriera el camino de su padre biológico. Un padre que el niño no conocía.
Ese niño fue creciendo y todos los veranos se iba una larga temporada a la finca de sus abuelos. Por la mañana iba al pozo, esperaba a que se llenara y luego acompañaba a su abuelo con un sacho a regar toda la finca. Su abuela hacía la comida, jugaba con él y le daba muchísimo amor, la conexión que tenían era única.
En la finca el niño experimentaba plantando patas de saltamontes y comiendo ropa vieja que pensaba que era de su abuelo, pero solo eran papas con carne. Durante 16 o 17 veranos siempre cumplía e iba a la finca de sus abuelos. La conexión en la naturaleza, los animales que allí vivían, las aventuras que tenía (como su primer beso) y el amor de su familia era lo que le daban ganas de seguir yendo cada verano.
Unos abuelos y unos padres que, con sus vivencias, lo dieron todo para criar a un niño y, 4 años después de nacer el primer hijo, tener una niña.
¿La vida en la ciudad? Creció con sus amigos del colegio, del barrio. Se hizo un poco chulito, lo que se diría antes como un “cani” pero siempre rodeado de un aura de bondad.
Su vida siempre ha girado en torno al amor, desde el amor con el que le hicieron, el amor de sus 3 familias, ha tenido el honor de estar rodeado del amor de sus amigos… pero ese adolescente cambió por completo cuando conoció a su primer amor. Tomó la decisión de estudiar fíjate tú, porque hasta entonces siempre se jugaba repetir de curso. Al enamorarse por primera vez, con tan solo 13 años, ese niño sentó la energía y tomó decisiones cruciales para su vida. Cuando me cuenta esto, de verdad que me asombra la capacidad que tienen los jóvenes entrando en su adolescencia de tomar decisiones que pueden cambiar por completo su vida. Lo único fue que ese amor que buscaba en la unión con una novia, realmente era el amor que se tenía a si mismo pero con 13 años… lo hizo mejor imposible.
Ese chico, conforme fue creciendo, vivió en base a sus valores y en base a encontrar esa persona destinada a él, repitiendo así un patrón donde, hasta día de hoy todas sus relaciones han acabado por parte de la otra persona, nunca por la suya. Para él, una relación era para toda la vida, aunque eso le llevara terrenos que ni él mismo sabía que podían existir.
Me contaba hace unos meses como tuvo que destruir esa creencia al abrir los ojos y darse cuenta de que, ese amor que buscaba, lo llevaba dentro de él. Paso a paso fue enamorándose más fuerte e incondicional de si mismo, hasta el punto de sentir que no necesitaba compartir su vida con nadie, tenía todo el amor que necesitaba consigo y detrás suya a través de sus guías. Lo que me confesó y esto no lo admite en público es que, como se conoce a si mismo y es puro amor, en el futuro elegirá compartir su vida con quien venga a enseñarle.
No todo siempre fue así, con 16-17 años me contó que dejó de ir a la finca por una discusión con su tío y dejó de ver a sus abuelos al ver que no tuvo apoyo de lo ocurrido cuando, todo el mundo sabía que había hecho lo correcto al defender a su prima. 2 años después, su abuela le confesó que le tenía miedo a su propio hijo, en una conversación de reencuentro, perdón y volver a tener contacto con su abuela a la que tanto quería y, que 6 meses después, un 30 de marzo, al día después de que el chico cumpliera los 20 años, falleció. 3 años después también falleció su abuelo.
Con 25 años años y, a medida que iba creciendo, se dejó llevar más y más por el miedo. Llegó a convertirse en puro miedo con algo de persona. Miedo a brillar, a su potencial. Hablar de él mismo era algo que quería evitar a toda costa.
Todos tenemos nuestra parte oscura, él no se escapa de ello, aunque en esta vida parece que esa parte la tiene suavizada, pero la sigue teniendo y me contó que recientemente tuvo que acudir a un lugar a encontrarse con una parte oscura suya.
Ahora mismo, desde que dejó de ser un miedo andante, y la vida, a través de un gran palo le enseñó cual es el camino que debía seguir, le gusta ponerse guapo para si mismo, elegir la camisa que le representa ese día y salir a disfrutar consigo mismo. Está en sintonía, su corazón decide y su pendrive ejecuta la orden
Un trabajo que sale, una relación familiar de las mejores, amigo de sus amigos, alumno de la vida, maestro de si mismo y el amor como motor de vida. Vienen muchos retos, ¿con 31 años cumplidos y he llegado hasta aquí? No soy capaz de imaginar lo que puedo hacer en otros 31 años.
¿Desde dónde escribo? Es un sitio al que me llevaba mi abuelo de pequeño, íbamos a coger agua en una fuente que ya no recuerdo en que parte del barranco está pero te dejo una imagen de este momento
Agradecido con la vida, con los que están en otro plano, con los que dejaron en mi sabiduría para seguir sus propios caminos, con los que están por llegar, con los que me acompañan, con mis maestros, mis guías, pero, sobretodo, conmigo: Bryan el sabio